Salimos de San Sebastián ya casi de noche de camino a Aguilar de Campoo. Habíamos quedado con Paco y Charo, dos muy buenos amigos, a los que les habíamos prometido una visita hacía mucho tiempo. A Paco le conocimos en el primer viaje a la India que hicimos con un grupo. Quedó encantado, según nos cuenta. Creo que es de las personas que más ha entendido nuestro concepto de viaje, de confianza, de fluir, de aventura. Ya que le veíamos disfrutar cada segundo, tanto en el viaje de la India, como en el de Inglaterra que hicimos con varios grupos el año pasado. Viajaríamos con él al fin del Mundo. En los viajes, o te llevan como una oveja, y te llevan a sitios lujosos u occidentales, en el sentido más amplio, o fluyes y te aventuras en lo que el viaje te vaya proporcionando. Para disfrutar de un viaje hay que tener la mente abierta, curiosidad, ilusión y confianza, si no, eres un turista, y nosotros preferimos no hacer viajes de turismo, ya hay un amplio abanico de empresas que lo hacen.
Al llegar a Aguilar de Campoo nos esperaban nuestros amigos con una deliciosas tortilla de patata y demás viandas, además de unos cálidos abrazos. Al día siguiente visitamos el viejo castillo en ruinas, desde allí vimos todo el pueblo y su famosa y ya desaparecida fábrica de galletas de Fontaneda. Una curiosidad, en las cajas de galletas de María Fontaneda hoy en día, pone que las siguen haciendo con los mismos ingredientes, el mismo cariño, la misma dedicación y la misma calidad, como hace mas de cien años cuando se crearon.
Pues antiguamente se utilizaba el trigo de los campos de al lado, que era muy buen trigo, los huevos de granjas, riquísimos, buen azúcar de caña, agua mineral natural, y no se le metían químicos ni conservantes de ningún tipo. Ahora el trigo viene de a saber dónde y a saber de qué calidad; el azúcar es refinado y posiblemente sea algún edulcorante artificial; no hay huevos, es huevina, y seca. Llevan productos químicos y conservantes, y ya ni siquiera se hacen en Aguilar de Campoo por que la fábrica se cerró el año pasado. Y entonces por que dicen eso en las cajas de galletas que compras hoy mismo en la tienda. Por que mienten, por que en este mundo se puede mentir, y se miente en todo, en lo que comemos, bebemos, leemos, vemos, … Este es un solo ejemplo de cómo perdemos en calidad de vida. Tendremos que empezar a hacernos de nuevo nuestras propias galletas como toda la vida, poner nuestros ingredientes y vendérnoslas entre nosotros para los que quieran y no puedan hacerlas, aunque no sea legal, y aunque la mierda de la Comunidad Europea (dictadura) lo prohíba. Ya no podemos luchar contra las grandes empresas, ¿cómo hacer que Fontaneda haga de nuevo buenas galletas?. Es sólo un pequeño ejemplo. Es difícil luchar contra la maquina, y nos agota. Imagino que si queremos buenos productos , habrá que hacérnoslos, si queremos buenos tomates habrá que plantarlos, y si queremos buena salud y buena medicina, habrá que buscarla fuera de lo oficial, ya que oficial, legal, y normal, está todo vendido, engañado, degenerado. La única manera para acabar con la máquina, o por lo menos para que no nos haga una vida miserable es desobedecerla, ignorarla y no alimentarla. ¿Cómo? Cada uno con su mecanismo, eso si, la comodidad y el miedo infundido nos alejará de ello y nos absorberá de nuevo en la apatía de la máquina. Y el que esté tan a gusto, feliz, y crea que todo está bien como está viendo como está el Mundo y hacia donde nos está llevando esta máquina, pues que siga, no pasa nada, y que lo disfrute. No es mi caso.
Al día siguiente fuimos a comer con Luismi, a quien conocimos en el viaje a los Crop Circles del año pasado, junto a sus hijos Dani y David, los cuales vinieron este verano con nosotros a Inglaterra. Hablamos con Luismi, ya que es profesor de yoga, sobre la consciencia, y el fluir de la vida, sobre la energía que atraviesa una vida y se lanza a otra, y más cosas increíbles. Nos contó que lleva años bebiendo agua destilada y que le sienta de maravilla. Y entonces ¿por qué nos cuentan la milonga de que el agua destilada no es buena para beber? ¿Para que no la destilemos o la cojamos de la lluvia?. Salimos con los chicos y con Paco y Charo a ver las ermitas rupestres de Olleros de Pisuerga, algunas de mas de mil años de antigüedad. Escavadas en antiquísimas cuevas, fueron lugares de meditación y retiro durante siglos. La verdad es que me sorprendieron, por dentro la que visitamos te dejaba con la boca abierta.
Visitamos en Aguilar también la colegiata de San Miguel y el convento de Santa María la Real, además de dar un bonito paseo por el río.
Después de visitar a Cristina, con quien viajó Beatriz al Tíbet, haciendo de guía privada, y dar un bonito paseo nocturno en bici, y de ver a los hijos y nietecito de Paco y Charo, salimos hacia Madrid, dos meses nos separaban desde que dejamos la capital. La pena fue no poder ver a “La Floren” nuestra querida amiga que viajó con nosotros en el viaje primero que hicimos a la India y a Inglaterra. Un alma joven abierta y cordial, que pena no haberla podido ver en su pueblo, en su salsa, ¡la próxima vez será!





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