Llegamos a medianoche a la colina de Knapp Hill, lugar de reunión de los seguidores de los Crop Circles sobre el terreno. Si quieres hablar, opinar o saber de algo, tienes que mojarte. Hablar de los Crop Circles y no estar sobre el terreno, es como hablar de Dios y sólo leer libros sobre Él, o como hablar del sabor de las manzanas y nunca haber comida una.

 Aún quedaban algunos de nuestros amigos alrededor de la hoguera: Graeme, Nicky, Austin, Luke, Femke, Dennis, Eric y alguno más. Eso de reunirse en un campo y hacer fuego para charlar toda la noche, es un privilegio que en España hemos olvidado, a pesar de que la mayoría de los bomberos saben que el 99% de los incendios están provocados por alguien premeditadamente. El derecho básico humano de calentarse en invierno y reunirse al lado del fuego ha quedado prohibido. No se nos educa ni se nos enseña, se nos prohíbe y se nos castiga. ¡Qué país! ¡Qué civilización!

 Teníamos el billete del ferry para cruzar a Francia el día siguiente, y cada vez teníamos mas ganas de quedarnos, por lo menos un día más. Queríamos ver un par de Crop Circles nuevos que habían aparecido y despedirnos de nuestra gente. Además nuestros amigos Happy y Collin nos pidieron que les hiciéramos una ceremonia de unión llamada Hand Fasting (una especie de boda celta).

Alrededor del fuego por la noche tuvimos conversaciones increíbles como casi siempre, sobre el inmenso poder que tiene la Naturaleza para renovarse, los Crop Circles, el cambio que el ser humano va a tener que hacer para sobrevivir como criaturas de un mundo machacado, y demás conversaciones que se alargaron hasta las tres de la noche.

 A mediodía entrevistamos a Graeme, mítico amante del fenómeno de los Crop Circles, para darnos unos  últimos toques para nuestro documental  que empezamos a grabar hace dos años. Esperamos tenerlo preparado en breve y poder mostrarlo gratuitamente en  nuestra web. Estaba un poco triste de decirnos que después de tantos años se había dado cuenta de que hay un alto porcentaje de ellos realizados por personas, pero seguía contento ya que estaba convencido que ese diez o veinte por ciento de auténticos era algo asombroso, mágico y misterioso y eso le valía. Por lo visto a la mayoría de la gente interesada en el fenómeno no le hace tanta gracia ese porcentaje y no son lo suficientemente flexibles para aceptarlo.

Salimos hacia el Silent  Circle, la tienda de los Crop Circles, lugar de reunión de todos los investigadores y curiosos del fenómeno y de allí fuimos a Avebury para hacer la ceremonia de enlace a nuestros amigos.

 La ceremonia llamada Hand Fasting es un antiguo rito celta en el que una pareja se une enlazando las manos con una tela o un lazo,  y se declaran unidos. Yo les dije que era  español, y que no conocía el ritual celta, pero me dijeron que querían que lo hiciera, y que no imaginaban a nadie mejor para hacerlo. No querían un ritual con protocolo, ni artificial, ni oficial. Querían algo improvisado, con una intención pura, alguien que les quisiera y les uniera de corazón aunque no tuviera ni idea del protocolo del ritual. Así que me tocó. Años atrás había hecho ceremonias de unión con otras parejas de amigos, y la verdad es que siempre quedaron encantados. La primera vez fue a mis amigos Raúl y Pachi, en los bosques de pozuelo cuando no estaban vallados y se podían hacer hogueras. Éramos más de veinte personas haciendo una bonita ceremonia, intercambiando coronas de plantas machos y hembras, y disfrutando del paganismo improvisado, fue una de las noches más mágicas que haya pasado con mis amigos. Con mágica quiero decir natural, improvisada, divertida, especial. En otra ocasión para mi amigo de la infancia Sergio, y su amiga Catherine, preparamos una jarra de arcilla, con sus nombres en jeroglíficos, y agua del Nilo, y la rompieron juntos, como se hacia en el Egipto faraónico.

Esta vez tocaba hacerlo con las tradiciones celtas. Quería haberme estudiado un poco como se hace el rito de Hand Fasting, pero al final me pareció mejor que todo saliera sin pensar, además si quisieran una ceremonia formal, se hubieran buscado a alguien formal. Pero creo que los celtas no eran formales como hoy se puede entender, eran más intuitivos y no se quedaban en la forma si no en la intención. Empezamos hablando de que la ceremonia había empezado ya hacía millones de años, y que continuaría por millones de años, ya que era una representación de la unión creativa, y de la Unidad, y que la verdadera ceremonia era el Presente, y eso es infinito. Les  dije que era una ceremonia de unión sin compromisos ni promesas, y que duraría hasta que  faltara el verdadero amor. Si no faltara, se continuaría incluso más allá de la muerte. Por verdadero amor no me refería al amor romántico tan bien vendido en nuestra cultura,  si no al sentimiento de unidad con todas las criaturas, focalizado en una persona con la que se decide compartir parte del espacio y del tiempo que tenemos en este mundo.

Les dí a cada uno una bolsa con piedras de lugares sagrados de Inglaterra como la colina de Rought Tor, o la colina de Glastombury, cristales de cuarzo del Himalaya, y un pedazo de madera  de Roble y de Tejo,  que eran árboles sagrados para los celtas. Luego bebimos todos agua de Glastombury, y unieron sus manos con una Kata tibetana, un especie de bufanda blanca de seda que representa la larga vida y la buena suerte. Para finalizar fumamos todos la pipa de la paz, con las mejores hierbas de la comarca, y abrimos una botella de vino de miel (meat), ofreciendo primeramente a la Tierra y a los antepasados. Para finalizar, saltaron una de las raíces de los árboles,  lo que significa que al menos duraría la unión una año y un día, como las antiguas tradiciones hacían saltando un palo.

Así salió, y ellos quedaron encantados, entre los árboles, fue tan simple y tan sencillo, sin más aspavientos ni protocolos, ni firmas ni papeles. Entre amigos, entre árboles…

 Después de una bonita tarde soleada tumbados en el camping del Barge Inn, subimos al anochecer a la colina de Knapp Hill a compartir otro fuego con nuestros amigos. Fue un día maravilloso, entre los campos de Inglaterra, jugando a las antiguas tradiciones.