Volvimos de las montañas, de ver el Sol ocultarse tras la luna, de cumplir con la misión que queríamos cumplir desde hace años, felices, y ya plenamente tranquilos, ya que no tendríamos que pensar más en si las nubes cubrirían el Sol. La experiencia de ver un eclipse de Sol total es algo que queda para siempre, una iniciación cósmica, una conexión con los astros, volvíamos de la montaña con el espíritu lleno, y recargados de energía. De nuevo, al maravilloso camping del Pinnacle, en el que descansamos al lado de una inmensa playa. Era un lugar paradisíaco, plena selva tropical. La playa era preciosa pero había carteles de cocodrilos, por todos sitios, no era un buen lugar para bañarnos. Al día siguiente, salimos hacia el norte, hasta el Cabo Tribulation, un parque nacional impresionante, en plena selva, con playas bestiales.
Australia es un país impresionante, ahora un año después de estar allí lo echo de menos con añoranza, es un lugar único, por lo menos para los que somos del otro lado del mundo. Dormimos en un camping también cerca del mar. Qué paisajes tan salvajes, cualquier comentario se queda corto, y además no había absolutamente nadie, todo un paraíso para nosotros solos.
De vuelta del Cabo Tribulation, volvimos a dormir libremente cerca del mar, pusimos la tienda de campaña en la misma playa, debajo de unas palmeras, y allí estuvimos hasta el amanecer, solos, tranquilos. Siempre nos gusta no tener que pagar por el derecho básico de dormir, así que siempre que podemos colocamos la tienda en algún lugar que nadie nos vea, y dormimos tranquilamente, siempre confiando que las autoridades y fuerzas molestas de la ley, no nos multen por algo tan básico como poner una tienda de campaña y cerrar los ojos.
Devolvimos el coche en la ciudad de Cairns después de nueve maravillosos días con él. Esa misma mañana habíamos reservado un viaje a la Green Island, una isla absolutamente paradisíaca en la que íbamos a bucear. Llegamos en barco a la isla, dejamos nuestros trastos en la consigna y anduvimos hasta una playa solitaria y nos sumergimos en el agua. Esta isla está dentro del gran arrecife de coral de Australia, y vimos maravillosos colores y corales, pero lo que más nos gustó, fue el bucear junto a tortugas grandísimas, de metro y medio de longitud. El bucear en esas aguas verdes y turquesas acompañados de esas maravillosas criaturas no tiene precio. Recuerdo el nadar pegado a una de ellas y bajar a las profundidades, qué momentos tan felices. ¡Que paraísos! Siempre agradecemos seguir a los eclipses de Sol ya que nos llevan a unas tierras alucinantes.
Volvimos a Cairns y al día siguiente volamos hacia Sydney. El paisaje desde el avión era impresionante, sobrevolando toda la costa este australiana.
En Sydney volvimos a casa de nuestro amigo Andrés, y disfrutamos de un día tranquilo, despidiéndonos de la ciudad que un mes y medio antes nos había acogido, un último paseo por el centro y por su bahía.
Al día siguiente con todo el equipaje y preparado, salimos en tren hacia el aeropuerto, siempre que te vas de un país tan lejano en el que has disfrutado tanto, y en el que dejas familia, se queda una pequeña angustia dentro, que te hace preguntarte si volverás a ver esas maravillosas tierras alguna vez en la vida, incluso te planteas si la vida es tan larga como parece, ya que no ves el momento de volver. Australia es sin duda uno de los lugares más maravillosos, tremendos, impresionantes, salvajes y espectaculares que haya visto nunca, me estremezco todavía cuando pienso en ese continente, una vez más el Sol y la Luna nos llevaron al otro lado del Mundo.
Dejábamos el continente austral, y una civilización que aunque basada en el abuso, y la aniquilación de la raza aborigen nativa, hoy en día, parecía ser una de las culturas con mejor nivel de vida del mundo, en Australia se vive muy bien, parece un mundo idílico, bastante alejado del caos tremebundo en el que se cierne nuestro país, allí en la remota península ibérica.
Ahora volveríamos a pasar por la máquina del espacio-tiempo, controles de seguridad, pasaportes, visados, y una aeronave que nos dejaría en un lugar del mundo muy distinto, no menos impresionante e interesante, pero muy distinto.
Nos dirigíamos hacia la India, a Bombay, donde una semana más tarde nos esperaría el grupo de españoles al que llevaríamos al monasterio tibetano y a Hampi, pero eso es otra historia…
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