Después de doce horas de autobús, llegamos al amanecer a la South Central Station en Melbourne. Teníamos varias opciones, como siempre en los viajes, todo puede cambiar dependiendo de que opción se tome.

 Mis primos Chris y Sally viven en Melbourne y queríamos visitarles, asi que les mandamos un mensaje por el móvil, y nuestro amigo Dan de Inglaterra que conocimos hace 8 años en Egipto acababa de llegar a Melbourne a preparar un festival de música trance, también le mandamos un mensaje. Esperamos tomándonos un cafe a la primera contestación, ya que si no nos comunicábamos con ellos tendríamos que buscar un lugar para dormir, dejar las mochilas y demás protocolos al llegar a una ciudad nueva. En seguida me llamo mi primo y nos invito a su casa, tomamos un tren y en una hora estábamos en una gigantesca y maravillosa casa, en familia y con todas las comodidades. En los viajes se puede pasar de la miseria al lujo en cuestión de minutos, y de dormir en asientos de autobuses o suelos a dormir en camas comodísimas. Eso es lo bonito de los viajes, las sorpresas que te das, la improvisación y la incertidumbre. Estuvimos toda la tarde con Chris y Sally, con sus padres Allan y Pan, que nos trataron como si fuéramos de la familia, y con sus hijas. Desde hace muchos años quería venir a ver a mis primos de Australia, y fuimos recompensados con el mejor trato posible, nos invitaron a cenar y a tomar un riquísimo vino australiano.

La mañana siguiente fuimos con Allan y Pam a un parque a ver koalas, canguros y demás fauna Australiana. Menudas criaturas tan curiosas. Siempre hay que conocer a los seres de los lugares que se visitan.

  Por la tarde cuando volvieron los primos de trabajar disfrutamos de ellos y de la maravillosa casa. Nos hablaron de la calidad de vida que hay en Australia y de las innumerables posibilidades de trabajo que hay, así que estábamos pensando en volver otro año a trabajar aquí y poder viajar por el país. Es carísimo, así que es una locura viajar por este país con el dinero español. Disfrutamos de otra noche en una gigantesca e increíble cama y al día siguiente salimos con el coche que nos dejaron. Llegamos a Melbourne y fuimos a de a nuestro amigo Dan. Nos contó que estaba preparando una rave party, en algún bosque perdido por el medio de Australia. También nos dijo que estaríamos 21 de diciembre en el cráter formado por un meteorito, por que según algunas tradiciones aborígenes decían que este solsticio del 2012 algo iba a pasar allí, algo referente al contacto con seres de otras dimensiones. Una mas de las cientos de profecías y promesas para esa curiosa fecha. En los últimos años he escuchado tantísimas cosas diferentes para esa fecha que ni me creo ninguna ni me las dejo de creer, que cada uní cree la realidad que quiera. Para cada persona será una experiencia diferente, según sus creencias, su nivel de sugestión, el lugar en el que este, y la imaginación que tenga. ¡Que venga lo que tenga que venir!  El ambiente en la casa en la que estaba Dan era hay diferente a la de la casa de mi primo. Estaba llena de gente que iba y venia, bastante hippie, llena de gente joven, ordenadores, tés y olor a rica hierba.

Esa noche llegamos hasta unas playas al sur de Melbourne, de las mas famosas del mundo para hacer surf. Los siguientes cuatro días dormimos en la parte de atrás del coche, ya que los alojamientos son carísimos en este país. Por la mañana salimos por la Great Ocean Road (la carretera que bordea la costa del sur) en dirección a los Doce apóstoles (Twelve Apostols), unas de las playas de acantilados mas impresionantes del Mundo. Pasamos por la playa de Anglesa, la bahía de Apollo, y el cabo Otaway, en el que vimos montones de Koalas libres, en los eucaliptos de cerca de la carretera. Pudimos incluso tocar uno. Parecen gremlins, pero tranquilos y adormilados. Por la tarde llegamos a los Doce Apóstoles. Que lugar tan impresionante, estaba nublado y hacia frío pero merecía la pena bajar un rato a ver esas formaciones desde la playa. Cuando estas en ese lugar tu mente se va al pasado y al futuro mas remoto, ya que son formaciones rocosas esculpidas por el batir de las olas del mar durante milenios. Comimos algo de queso y pan, y dormimos en el coche en un aparcamiento al lado del mar.

El dia siguiente estuvimos un montón de horas en la playa de Gibson, al lado de los apóstoles. Simplemente andando por la orilla, buscando fósiles entre las paredes de sus acantilados, y mirando al infinito, perdiendo el tiempo mirando al mar y ganándolo en memorias y momentos. Cuando se visita un lugar maravilloso, no dura la experiencia sólo el tiempo que estas allí, dura toda la vida, ya que ese lugar lo llevas contigo de alguna manera y siempre perdura en la memoria, sólo hay que cerrar los ojos y transportarse  a los lugares visitados y rememorar las sensaciones idioma un recorrido con el coche por las diferentes playas y acantilados. Por la noche casi había luna llena, bajé a la playa a mirar las grandes rocas con la luz azulada, ¡qué impresionante! me parecía estar en otro lejano planeta, con otras sensaciones, el fuerte sonido del mar, los Acantilados azulados, la luna y las estrellas del Sur. Luego me quede una hora cerca del coche, con mucho frío, mirando al horizonte, pensando en el momento y el lugar y en el mundo en el que estábamos.

Otro día recorrimos varias playas de la costa. En muchas de ellas vivieron hasta hace dos siglos culturas aborígenes durante miles de años.

 Vivian en paz y en armonía con la Naturaleza, respetando sus ciclos y sus costumbres como si fuéramos invitados en su casa. Cuando llego el europea a Australia, prácticamente exterminó a la cultura aborigen. Muchos murieron por las nuevas enfermedades que trajeron los europeos. Les prohibieron sus lenguas, sus bailes, sus canciones y sus ritos, y les impusieron a la fuerza el cristianismo. Cosa absolutamente ridículo, ya que no lo necesitaban para nada. No necesitaban a ningún Salvador y menos a intermediarios entre ellos y la Unidad o la Divinidad. Para ellos sus divinidades estaban en la naturaleza y sus intermediarios eran sus ancianos que transmitían la sabiduría. Mirábamos esas impresionantes costas e imaginábamos a esas familias aborígenes viviendo y pescando en esos paraísos. Visitamos Loch Ard, una playa entre acantilados y arenas blancas. Pasamos por la Martirs Bay y por Islands Bay. Que salvajada de  costas y acantilados! Australia tiene una Naturaleza espectacular. No costó salir de allí, no queríamos dejar de mirar esas costas de ensueño. Pero nos esperaban los Grampians, una pequeña cadena montañosa, en la que vivieron durante milenios aborígenes y había unas cuantos refugios con pinturas rupestres que queríamos visitar.

 Dormíamos en el coche para poder este cerca de miradores en los que mirar a la inmensidad con la luz de la luna llena. Estuvimos un rato en una gran cascada, que los aborígenes llamaban Migunang Wirab, que significa el pez negro  que flota en el agua. estuvimos un rato solos, y solo con imaginarlo venían a la mente imágenes de esos aborígenes sentados al lado de la cascada, escuchándola, contándose viejas historias, enseñando a los jóvenes a pescar, o cantando a los ancestros. Vimos las pintura rupestres en los refugios de Billimina, Manja y Bunji. Dibujos realizados en las paredes del refugio con diferentes tierras y productos que se han conservado durante miles de años. Contornos de manos, cazadores, animales, y extrañas criaturas que parecen seres de otros mundos. En esas cuevas y con esos dibujos se transmitían el conocimiento de generación en generación. En silencio parecía que algo de esos tiempos llegaba a nosotros, muy sutilmente estar en los lugares donde se han vivido esos momentos, te transmitía algo a nivel inconsciente, sentíamos el concepto del tiempo del Sueño. El tiempo no lineal, pasado, presente, y futuro unido en un fluido temporal que ellos sabían navegar, con sus canciones, sus rituales, y sus hierbas mágicas.

Maravilloso lugar los Grampians, que los aborígenes llamaban Gariwerd.

Llegamos de noche a la casa de mi primo Chris, nos esperaban sus suegros Allan, y Pam con una botellas buen vino australiano y una maravillosa cama gigantesca, que bien dormimos, que entre tan amable, nos sentíamos como en familia. Quizás volvamos a Australia a trabajar o a estar una temporada, es un país inmenso en todos los sentidos. Al día siguiente saldríamos hacia Uluru y eso es otro mundo.