Dormimos hoy en Toulouse, ciudad ancestral, mezcla de diferentes culturas, íberos, pelasgos, celtas, fenicios, romanos, y actuales gabachos en general. Mañana veremos su tremenda catedral. Ayer estuvimos por la mañana en Lourdes, y visitamos el santuario, impresionante construcción sobre una cueva de la que brota un manantial, que desde siglos atrás se consideraba de sanación por sus aguas curativas. Antes de entrar en la cueva, comulgué con mis padres, al lado del río, con la santa María, nuestra querida virgen verde, la tara, la pachamama. Es la segunda vez que voy a ese lugar, y las dos veces he sentido algo muy especial.

Ah, y mientras no haya máquinas de medir las sensaciones «especiales», nunca se podrá demostrar racionalmente nada sobre los lugares telúricos, así que se queda en sentimientos. Muchos de los manantiales, además de agua, emanan un tipo de…»energía», por llamarla de alguna manera, que nos modifica en algo nuestro estado de animo, emociones, y percepción de la realidad. Es muy sutil, no siempre se nota, hay que estar bien tranquilo, relajado, y con tiempo para sentirlo. Tambien hay algo de sugestión, pero eso no explica la atracción del lugar desde hace siglos o milenios. Al acercarte al manantial, en medio de la cueva, parece que el corazón se activa, aumentan las palpitaciones y una sensacion de unidad, eternidad, y despreocupación del mundanal ruido te llena. Sutil, no quiero decir que me derritiera por los suelos, pero se notaba.
En esa cueva, por lo visto a una niña llamada Bernadette, se le apareció la
Virgen unas cuantas veces, dándole mensajes diferentes. No se lo que la niña vería, pero lo identifico con la virgen María, que era el arquetipo que tenía ella en su mente, condicionada por su cultura. Posiblemente esa misma visión, una niña egipcia la hubiera identificado con Isis, y una celta con su diosa. Unos años después, mucha gente volvió a visitar ese lugar para sanarse con sus aguas, cosa que se hacia desde hace siglos. Y hoy en día, exactamente sobre esa cueva esta la gran basílica, a la que millones de peregrinos van cada año.
Lourdes

No me considero cristiano, ni nada realmente; cuanto menos me defina y me proclame y me encasille, mas libre puedo ser. Pero esos lugares de peregrinación tienen algo, algo escondido me refiero, que en general sus moradores y propietarios quieren ocultar. ¿Por qué? Porque entonces no tendrían el monopolio del libre poder telúrico de la tierra, y la gente se sanaría sin asociarse a esta u otra religión. En algunos puntos de la tierra se juntan corrientes telúricas, líneas de energía que recorren la Tierra, y en cuyos cruces principales, los antiguos, muy conscientes de ello pusieron sus templos. Dicho sea de paso, estamos preparando para finales de agosto o septiembre, un viaje a las principales catedrales góticas de Francia, todas ellas colocadas sobre antiguos templos y lugares telúricos, hableremos allí de estos temas en profundidad.
Después de comer en un agradable lugar, salimos hacia las montañas. Llegamos en una hora a Cauterets, en plena montaña pirenaica y de allí subimos hasta una cascada enorme. De allí subimos hasta Pont d’Espagne, mas arriba del valle. Paramos un buen rato a la orilla de un río, mirando las impresionantes montañas. La mera contemplación de esas montañas, la fuerza del lugar, el viento, el sonido del agua del río. Eso es pura «energía» y es verdaderamente especial, y puramente espiritual, ya que eleva el espíritu, como una autentica experiencia mística, que es la unión de nuestro consciente con la realidad absoluta y atemporal que normalmente solo capta nuestro mas remoto inconsciente. Me imagino que el supraconsciente debe esta mas que enterado de este asunto de las realidades. Y eso no tiene nada que ver con maestros, ni gurus, ni devociones ni arrodillamientos, ni con temores de Dios??, ni con togas blancas, ni balbuceos de mantras, ni pecados, ni premios ni castigos. Tiene que ver con el Universo, con la Fuerza vital, con los campos energéticos y con la ilusión del vacío, aunque suene muy pedante.
Mis papis disfrutaron de un feliz 44 aniversario, sin mas fuegos artificiales ni decoraciones churriguerescas, en la tranquilidad de los lugares maravillosos, bajo y sobre un manto de naturaleza bestial. Se han sentido fuertes, alegres, mas sanos, como hacia tiempo. Viajar es la mejor medicina (para mi), y veo como cambiar de lugar, cambia el estado de la mente, que muchas veces en nuestra vida cotidiana y preocupada, esta enfoscada y debilitada por la monotonía.
Hoy hemos estado en Gavarnie, un pueblito precioso, desde el que hemos caminado una hora hasta llegar al circo, rodeados de montañas de mas de 3.000 metros. ¡Ahhhh! Que lugar tan poderoso, paredes gigantescas de piedra, atravesadas por multitud de cascadas, rodeados de grandes neveros. Estábamos solos, porque un tormentón estaba apunto de empaparnos. Me quedé un rato mirando la bestial cascada de cientos de metros , por encima de mi cabeza. Esa sensación, era casi igual que la que tenía en la cueva de Lourdes, o en el coro de la catedral de Chartres, o en la cámara de Keops, o en lo alto de la pirámide del sol en Teotihuacan, o la de Pakal Votan, o en Angkor Wat, o en Stonhenge o Avebury, o en el Potala del Tíbet, o en los templos de Hampi, o el cañón del río Lobos, o en tantos y tantos sitios en los que el poder de la Naturaleza ha sido domesticado por la mano del hombre, y localizado en un templo, con geometría sagrada, eso si, para amplificar el poder telúrico que la madre tierra nos ofrece gratuita, ilimitadamente y sin
ningún compromiso ni credo.
Nos llovió casi todo el camino de vuelta, pero sarna con gusto no pica, y esa lluvia nos recordó que estábamos bien vivos, y que la Naturalea nos moja, seca y remoja a su antojo, con lo cual, aceptamos plácidamente, y continuamos el camino, una vez mas, siempre hacia delante…