De nuevo el tiempo ha pasado rápido y fugaz, como nunca, tanto que no he escrito casi en dos meses. Seguimos en la isla de Ibiza, ahora vivimos en Portinatx, en un apartamento, mirando al mar, ya que tuvimos que dejar la casa payesa a finales de octubre. Continuaré contando como fue el verano y los viajes que hicimos.
El viaje con Itziar fue maravilloso, viaje de privilegio para una sola persona, y todo fluyó perfectamente. Ella estaba interesada en la Ibiza mágica, en la Ibiza paradisíaca y así fue el viaje. El segundo atardecer lo vimos en Es Vedrá, desde la maravillosa plataforma que milenios atrás fue posiblemente un santuario fenicio, según estudios e hipótesis, ahí debió haber un santuario de ofrendas a la misteriosa isla de Es Vedrá, la cual posiblemente estaba revestida de un carácter sagrado y mitológico para los fenicios, como para tanta gente de hoy en día. Después del atardecer y ya anochecido de vuelta a casa, y hablando en el coche sobre el fluir de la vida, la compasión y demás temas, vimos a un perro ibicenco, un podenco blanco, recién atropellado por un coche, estaban delante de él las cuatro personas del coche paralizadas sin hacer nada, el perro parado y tranquilo, pero sangraba por la pierna que tenía rota. Sin pensarlo un segundo sacamos una tela y subimos en el coche al perro, y salimos zumbando hacia la ciudad de Ibiza ya que pensamos que al ser la ciudad más grande algo habría abierto para curar al perro, ya que eran mas de las once de la noche.
El podenco estaba tranquilito, mirándonos en silencio, sabía que algo grave había pasado y que tenía que mantener la calma.y No sabíamos donde ir así que miramos en el móvil clínicas veterinarias de urgencias, quedamos con Anne, la sobrina de Itziar que vive en Ibiza y conseguimos llegar a una, atendieron enseguida al podenco, la Clínica trabajaba con Can Dog, una asociación de protección de perros subvencionada. Nos dijeron que tenía la pierna rota y que intentarían operarle. Así que allí estábamos con el podenco, las manos llenas de sangre, a la una de la mañana, esperando a ver si se podía salvar. Lo dejamos allí, y nos fuimos enterando con los días que el perro iba a mejor y que a lo mejor le operaban. En esos momentos de urgencia en los que alguien esta herido, no se puede parar uno a pensar, hay que actuar, casi por instinto, con velocidad. Estábamos indignados de como los tripulantes del coche que lo atropelló estaban paralizados mirando al perro desde dentro del coche, qué nivel de empanamiento.
El Podenc Eivissenc (podenco ibicenco), es una leyenda en la isla de Ibiza, lo trajeron los fenicios hace 2500 años, y a su vez estos perros provienen de una raza de chacales de Egipto, relacionados con Anubis (Inup), protectores y guardianes de los templos, de los cofres y tesoros, señor de las necrópolis. Son excelentes cazadores, y uno de los perros más rápidos. Debido a la insularidad de Ibiza, el podenco se ha mantenido genéticamente idéntico a los que trajeron los fenicios de Egipto, siendo un privilegio encontrarse uno. Suelen andar libres por los campos y se les ve de vez en cuando cruzando carreteras. Es una pena que la mayoría de los podencos son utilizados por los cazadores y les tienen encerrados y haciendo pasar hambre. Se debería proteger más a esta maravillosa y ancestral raza de canes.
La verdad es que la sensación de ayudar, ya sea a una persona o a un animal, es algo maravilloso, de hecho posiblemente sea de las mejores sensaciones que se pueden tener, aunque en nuestro mundo sea algo extraño, en el que nadie ayuda a nadie si no hay un interés por medio. Para los monjes tibetanos, cuando salvas o liberas a un animal, incrementas tu nivel de suerte y de bien estar, y ese día al menos comprobamos la sensación.
Los demás días con Itziar visitamos diferentes lugares de la isla, como Sa Caleta, Portinatx, cala Galera, Benirrás en domingo con sus eternos tambores, la ciudad de Ibiza, las Salinas, etc. Hablamos y nos reímos mucho durante el viaje, teníamos conceptos de la vida muy parecidos. Nos dio así finales de Agosto.
Unos días después volvimos a navegar con Raul en el Iris IV , de nuevo hasta Es Vedrá, fondeamos unas horas al lado de Es Vedranell, un alucinante islote, parecía que estábamos en otro mundo. Al día siguiente navegamos con el Iris, junto a nuestro amigo Diego, un astro que hemos conocido en Ibiza. Desde Cala Comte hasta Benirrás, era domingo, y llegamos justo al atardecer, desde el mar parecía que llegábamos a una isla desconocida, con una gran tribu, se veía fuego, cientos de personas bailando y decenas de personas tocando los tambores. Los domingos de Benirrás es el último bastión de la Ibiza un poco liberal y salvaje, en la que no hay más normas que el sentido común y el disfrute de los sentidos. Tanto en Formentera como en Ibiza ya no se puede reunir la gente libremente en una playa a tocar los tambores y festejar, todo hay que hacerlo con permisos y en lugares cerrados, el imperio siempre quiere sacar su pellizco de todo, y la libertad, los tambores, el fuego y las mentes libres no están bien vistas…excepto los domingos en Benirrás…
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