Tras unas buenas horas de sueños, salimos de nuevo hacia los páramos neolíticos. Paramos un rato en un tremendo dolmen, que fue tumba de varios cuerpos hace cuatro mil quinientos años, Trethevy Quoit, también situado sobre líneas Ley que la unen con otros centros de la época. Pasamos por un gran Menhir, cristianizado hace un milenio, después de tallar en la punta de la piedra una cruz. Ese lugar también está en línea con varios centros.
Llegamos al fin a otro importante lugar, que nos lanza al remoto pasado con una fuerza tremenda. Los ¨Hurlers¨. Son tres círculos de piedras neolíticos en los que se entrecruzan las líneas Ley de Michael y Mary, y continúan sus caminos hacia Wiltshire, para volver a juntarse en Avebury y en Glastonbury. Están en medio de la nada, un paisaje verde de páramo infinito en el que resaltan de vez en cuando las chimeneas de las antiguas minas de cobre y estaño. Un poco más arriba se encuentra la cima de la colina de Cheesewring, gloriosa, moldeada por los vientos, con unas formaciones rocosas únicas. En la cima de esta colina había una fortaleza utilizada sólo para ceremonias, llamada Stowes Compound. Todos los pueblos, de todas las civilizaciones, desde hace miles de años han utilizado la cima de las colinas para comunicar con sus dioses. Allí encontramos cazoletas, que son agujeros hechos en las rocas para utilizar de bandeja de ofrendas, exactamente igual que las que hay por el Camocho, a dos mil kilómetros, en la Extremadura profunda. De nuevo elementos exactamente igual en lugares muy distantes, frutos de una posible civilización en común. De vuelta a Millbrook pasamos por la fuente sagrada llamada St. Cleer Holy Well, por la cual pasa la línea telúrica de Mary, viejísimo lugar de peregrinación.
Esa tarde comenzó a llover y no paró hasta el amanecer. Decidimos cuando todavía casi ni chispeaba ir a la grandísima playa de Whitesand, a 5 minutos de Millbrook. Hicimos un castillo de arena, hasta que las aguas se lo llevaron, la marea en estas costas es enorme, luego nos bañamos en el atlántico, una vez que empezó a llover. Era obvio que en la playa el único lugar en el que no llovía era dentro del mar.
Esa tarde jugaba España la semifinal contra Portugal, Mike encendió la chimenea (¡en medio del verano!) y nos preparó unas viandas. Volvimos a disfrutar de la tensión y a compartir emociones con millones de personas de nuestro país. El mundo no tiene fronteras ni banderas y 22 jugadores en calzones detrás de una pelota es un sinsentido, pero la alegría que produce en millones de personas afines a uno, hace olvidar todas esas filosofadas y disfrutar de un partido emocionante… y no nos bajó el nivel de energía recibida en esos maravillosos lugares neolíticos.
Era la noche de San Juan y sin saberlo Mike encendió la chimenea ya que era una fría tarde de mediados de verano. Así que ahí estaba el fuego sagrado en la noche del fuego, una vez más como tantos miles de años atrás, acompañando al Sol con un fueguito, ahora que se va retirando y los días se van haciendo más cortos hasta el famoso y esperado solsticio de invierno el 21 de diciembre. Me quedé sólo hasta las siete de la mañana, junto a la hoguera, manteniendo el fuego hasta el amanecer, como es la tradición. Siempre me ha encantado estar al lado del fuego toda la noche en la hoguera de san Juan. Alguna vez el fuego ha sido unas cerillas encendidas, y un pequeño salto con deseo, pero almenos ha habido ese elemento. Me quedé un buen rato mirando las llamas, con la mente relajada, observando el elemento fuego, e imaginando la de millones de personas que estarían en ese mismo momento mirando a un fuego en cualquier lejano lugar. Terminé de escribir el anterior blog esa noche como a las seis de la mañana, el cielo seguía gris.
La mañana siguiente se levantó un precioso día soleado de verano, así cambia el clima de rápido en las costas de Inglaterra, y salimos a visitar los jardines del monte Edgecumbe, unos antiguos y preciosos jardines rodeados de bosques, con playas y lagos alrededor. Por eso es tan bonito y verde este país, porque llueve. Volvimos a la playa y levantamos otros tantos metros cúbicos de arena haciendo unas grandes murallas para proteger un castillo que nunca nos dio tiempo hacer, ya que cuando terminamos las murallas ya estábamos luchando contra las olas. Si no nos hubiéramos preocupado tanto de la protección podríamos haber disfrutado de la construcción de un gran castillo. Pequeñas lecciones en cada esquina.
Antes del atardecer subimos a la colina de Saint Michael, donde se encuentra un capilla de hace mil años en su cima, desde la que se divisa toda la entrada de Plymouth. Desde esta colina encendiendo un fuego por un penique, dieron el chivatazo a la armada inglesa de que una enorme flota de navíos españoles se acercaba para invadir las costas inglesas, con todos los mejores árboles que los muy bestias cortaron de los bosques de la península ibérica. Impresionante lugar, parece una isla con forma piramidal, y como siempre, con una iglesia consagrada a San Miguel, el que controla a la serpiente. Por todos esos lugares donde se encuentran las iglesias de Saint Michael, se sabe que pasan líneas de corrientes telúricas que afectan a nuestra psique, y de alguna manera la liberan, y que en la mayoría de ellas había un templo o un lugar sagrado. En otras civilizaciones se llaman a éstas, líneas del dragón, o de la serpiente, y San miguel está ahí con la lanza para controlarlas, ¿por qué?…
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