De camino a esas tierras y esos horizontes, se nos abrió el cofre de arriba donde teníamos todas nuestras cosas del camping, retrocedimos y volvimos a pasar por ahí, hasta tres veces, pero no encontramos nada en absoluto. Habíamos perdido nuestra tienda, tres sacos y dos esterillas y alguna sorpresa que de momento no recordamos. Teníamos una tienda buena todavía para Dani y David, y un saco para cada uno, así que, tal como vinieron esas cosas se fueron. Cada vez que pierdo algo hago una práctica de desapego. Es muy fácil decir que hay que desapegarse un poco de las cosas y no ser dependiente de nada, e ir por el mundo de desapegado, pero para ello la práctica tiene que ser constante. El mejor momento para aprender del desapego es cuando perdemos algo. En vez de regocijarnos en la rabia y la impotencia de haberlo perdido, es mejor aceptarlo, reconocerlo, ver los cambios que se tendrán que realizar a partir de esa pérdida y comenzar el cambio. Y es el momento más difícil, claro, ya que la rabia y la desolación de la pérdida nos ciega. Así que tras unos minutos de rabia por perder nuestra tienda y unas cuantas risas continuamos hacia Plymouth. Exprimimos el día hasta el máximo en Avebury y así llegamos a las tres de la mañana a Millbrook, el precioso pueblo de Cornwall en el que pararíamos tres noches. Nuestro querido amigo Mike, nos ofreció a los cuatro quedarnos en su casa, ya que hasta entonces habíamos estado de camping. Somos plenamente flexibles, si los grupos que llevamos prefieren hoteles y bed and breakfast en antiguas casas con decoración victoriana, y grandes desayunos, perfecto; y si prefieren camping y aventura, pues perfecto. Aunque tres días bajo techo, siempre se agradecen, sobre todo si esperas estar en una tienda de campaña…
Por la mañana salimos hacia Bodmin Moors ( los páramos de Bodmin), el lugar más alto de Cornualles, antiguamente lleno de asentamientos neolíticos y de la edad del hierro. Paramos de camino en St. Neot, un pozo utilizado desde hace miles de años, en medio de un bosque, al cual se han atribuido propiedades curativas. Otra parada en el círculo de piedras de ¨Trippet Stones¨, de cinco mil años de antigüedad y muy bien conservado. Hacía un viento y frío terrible, allí arriba en los Moors suele hacer ese clima. Parece mentira que pueda hacer a veces tanto frío en Inglaterra en pleno verano, aunque lo preferimos al calor España. Por lo visto cuando todas esas gentes de hace alrededor de cinco mil años habitaban estas tierras, el clima era mucho más benigno, y llovía menos y había más bosques. ¿Para qué tanto esfuerzo en mover esas inmensas piedras y transportarlas hasta esos lugares? Todavía no se sabe a ciencia cierta. Más a lo lejos se ven una colina (Rough Tor), el lugar de ceremonias más importante de toda la zona ya que es el más alto, y está alineado con otras colinas y círculos de piedra. Me gustaría ir un par de días de caminatas y dormir allí arriba, esas colinas suelen ser lugares con energías telúricas especiales, y con un poco de tiempo y silencio algo se nota.
Visitamos otro curioso lugar llamado (King Arthur´s Hall), un espacio cuadrado rodeado de piedras, en el que se supone que hacían las cremaciones. Es el único lugar así de toda Inglaterra, muy parecido al que vimos en Karnac, en Francia. Posiblemente esté situado sobre alguna línea Ley o en algún cruce de líneas telúricas, ya que consideraban esos lugares telúricos especiales para ayudar a llevar el alma del difunto hasta el Otro Lado.
Continuamos de camino al norte, hasta Tintagel, legendario lugar de nacimiento del Rey Arturo, y escenario de varios episodios de las leyendas artúricas. Tintagel es una preciosa aldea, al borde de unos acantilados y una pequeña playa a los pies del castillo donde se supone que nació Arturo. Se sabe de seguro que desde la edad del hierro se habitó ese promontorio en el que ahora se encuentran las ruinas del castillo, y que durante siglos ha sido un puerto de comercio, por la cantidad de restos del mediterráneo que se han encontrado. Ahí mismo, en la playa debajo del castillo, hay una cueva, llamada la cueva de Merlín, impresionante y grandiosa. Atraviesa toda la colina del castillo y se abre hasta el otro lado. Se cuenta que Merlín utilizaba esa cueva para sus ceremonias y ritos iniciáticos, por lo cual es un lugar bastante especial. Creas las leyendas o no, el lugar es impresionante, y merece ser visto. Pasa mucho cuando de viaje, hay infinidad de sitios de los que no se sabe de ellos más que lo que cuentan antiguas leyendas. Y las leyendas suelen llevar algo de verdad, al menos el lugar se ha cargado de momentos a lo largo de los siglos por gentes de todos los lugares que creyeron esas leyendas.
Entramos en un pequeño valle llamado ¨Rocky valley¨ y llegamos hasta uno de los únicos laberintos neolíticos esculpidos en la pared que quedan en Europa, hay uno prácticamente igual en la isla de Creta. ¿Cómo es que en dos lugares tan distintos y tan lejanos hay la misma complicada y misteriosa figura? ¿Quién se la enseñó a quién? ¿O las dos lo aprendieron de otra civilización en común de la cual procedían ambos ancestros? Son cosas que disparan la imaginación. Siempre seguimos el laberinto desde el comienzo hasta el final con el dedo. Al seguir con el dedo me parece que es un laberinto hacia el Otro Lado, hacía la Realidad Última y la Totalidad, el difícil y enrevesado camino de la vida, dando vueltas, a veces en dirección contraria pero siempre hacia delante, hasta llegar al punto final en el que todo desaparece y se vuelve a crear.
Siguiendo el estrecho valle, a lo lago del río se llega hasta el océano, mezclándose el agua dulce con la salada entre las rocas, es un lugar privilegiado, entre dos mundos. Estaba precioso con la luz del atardecer y las olazas, me encanta ese lugar, la fuerza de la Naturaleza y sus colores, el río, el mar, las rocas, el verde de la hierba, el azul del cielo, blanco de las nubes, piedras negras y aire fresco transparente. Volvimos ya de noche a Millbrook, bien cansados de patear todo el día.
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