Estamos en pleno comienzo del verano, entre solsticios y fiestas de San Juan, entre crestas y valles, aunque para la cultura celta estamos en Midsummer, en la mitad del verano.  Este año, para nosotros ha sido bastante curioso, ya estábamos escuchando que venía fuerte el solsticio,  momento mágico para prácticamente todas las culturas, en el que el Sol comienza a decrecer y los días comienzan a hacerse más cortos. Ahí es cuando la astuta Iglesia Católica transforma una fiesta pagana ancestral, un ritual de depuración y transformación por el fuego en la fiesta de San Juan, claramente dedicada al fuego.

Foto del Diario de Ibiza

  Íbamos Beatriz y yo siguiendo nuestro destino, en nuestra Vespa roja, tranquilamente por Santa Eulalia de camino a un agroturismo y un hotel en el que yo trabajé hace más de quince años, el hotel S´Argamassa,  a llevar nuestro proyecto de viajes e itinerarios por la isla. Conducíamos relajados, a nuestra velocidad de crucero de 30km/h por la calle principal del pueblo de Santa Eulalia cuando de repente, como quien no quiere la cosa, y de la manera más rápida e inocente, el destino cambió drásticamente, en forma de coche saltándose un ceda al paso. Nos envistió de lleno, golpeando violentamente la moto, o mejor dicho la pierna de Beatriz, y nos lanzó al suelo en un aparatoso accidente, rompiéndole a ella la tibia y el peroné y a mi dándome golpes por todo el cuerpo. En ese certero momento todo cambió, nuestro proyecto y visita a los hoteles se congeló en el tiempo, nuestro movimiento, trabajo, sueños y deseos quedaron atrapados en un lapso temporal del que todavía no hemos despertado. Poco después estábamos rodeados de gente mirándonos con cara de angustia, policía, ambulancia y enfermeros, y nos trasladaron en ambulancia a un hospital en la ciudad de Ibiza, pegado al Puig des Molins, necrópolis fenicia utilizada desde hace 2700 años, y uno de los  sitios que más deseaba ver desde hace mucho tiempo. Beatriz entró en urgencias mientras yo esperaba horas a ver que pasaba con ella. La subieron a la habitación, y allí la prometieron una buena operación al día siguiente y unos meses de recuperación. Si no me hubiera equivocado en esa glorieta, si el conductor del coche no se hubiera despistado, si no hubiera ido esa tarde a los hoteles, si…, si…, si…, son infinitas las combinaciones que hubieran hecho que no se produjera el golpe, ¿pero mala suerte o buena suerte? Nunca se sabe, ¿qué hubiera ocurrido si no nos pegamos el golpe? Todo cambió, las visitas, el trabajo, el dinero, la movilidad, quizás nos la hubiéramos pegado en otro momento, a saber, ¿el futuro cambió, o ya estaba así preparado? O quizás lo que cambió fue nuestro concepto del futuro, y el darnos cuenta que nunca sabes por donde vendrán los tiros en la vida, y que el fluir con las circunstancias impredecibles siempre va alterar nuestros planes establecidos ilusorios.

  Llegó el 20 de junio y mientras Beatriz se recuperaba en la habitación, yo salí a ver la Necrópolis fenicia y a meterme en sus tumbas, al entrar por la puerta miré el reloj y marcaba las 20 y 20 del día 20, así que pensé que era un buen momento para entrar. El día 21 la mañana del solsticio volví a entrar a hacer una pequeña conexión con los ancestros dentro de las tumbas, es decir, cerrar los ojos, e imaginar el momento presente en que ellos estaban allí y concebir el Tiempo como uno sólo. Esa misma tarde salimos del hospital para casa, comenzaba una nueva etapa de recuperación y tranquilidad.

  El día 23 por la noche era la hoguera de San Juan y no la podíamos perder, así que llegamos por la tarde en el coche de mi hermano, y esperamos a que encendieran los fuegos. Pusieron dos filas de 9 fuegos, y justo a medianoche encendieron todas las hogueras. Era una maravilla ver cientos de personas saltando una detrás de otra y pidiendo deseos. Nosotros escribimos un papel cada uno con las cosas que queríamos eliminar, y al saltar sobre la hoguera las dejé en el fuego, para que ardieran con todo lo que sobra. Se encienden las hogueras para ayudar al sol ya que su fuerza comienza decrecer a partir del solsticio, o al menos así se ha hecho desde hace miles de años.

  Así que aquí seguimos, en pleno verano, en la mágica isla de Ibiza, tranquilos, esperando a poder enseñársela a viajeros de más allá del mar. Algún día entenderemos porqué nos dimos ese golpe, o quizás no, para bien o para mal, así fue y podemos contarlo.