El miércoles era el día que habíamos calculado salir, pero no fue así.  Nunca salimos el día que calculamos, porque los cálculos nunca cuentan con variables tan atractivas como pasar un día en los inframundos toledanos. Una vez el coche cargado, todo recogido y  despedidos de nuestros padres, salimos de camino al norte por la M-30, y decidimos ir a visitar a la abuela Angelita, que nos pillaba de camino. Cuando llegamos estaba viendo el partido de España de la eurocopa con su vecina, ¡dos mujeres de más de ochenta años viendo el fútbol!. Y nos quedamos a verlo hasta que acabó. A mi no me gusta el fútbol especialmente pero esos partidos de España son bastante emocionantes.

Al final es lo mismo, ventidós tíos en calzoncillos detrás de una pelota blanca, pero tiene su cosa, además fue un partido tremendo, y el pueblo una vez más olvidaba sus crisis y sus angustias gracias al circo, y los poderosos sin escrúpulos continuaban haciendo jugadas maestras como el rescate de los cien mil millones. Alemania y Europa nos conquistan muy sutilmente, con dinero que nunca ha existido, menuda jugada, y así nos imponen su sutil dictadura económica y nos alejan del idílico mundo tradicional hispano, se acabó la siesta y la fiesta, o eso al menos se creen.

   Nos pareció muy tarde para salir ya ha medianoche, así que volvimos a casa, dormimos unas horillas y salimos a las cinco y media de la mañana. Nos dimos cuenta de que era viernes, y el viernes es el día en que el laberinto de Chartres está abierto para recorrerlo, ya que retiran las sillas, y queríamos llegar hasta allí y verlo. Conduje  doce horas sin parar hasta llegar a Chartres a 100 km de París. Para nosotros la catedral de Chartres es uno de los lugares telúricos más potentes del mundo. Y aunque no haya máquinas que lo detecten, nosotros si que hemos notado alterarse las palpitaciones y cambiar los colores y sentir algo tremendo dentro. Ya he estado unas diez veces en Chartres, pero me sigue llamando y atrayendo como ningún lugar. Desde los tiempos celtas ya era un lugar de peregrinación, junto a Santiago, de los más visitados de Europa. Los romanos, los carolingios, merovingios, románicos y góticos fueron ampliando el templo cada uno en su estilo, sólo diferentes trajes para un mismo cuerpo. El punto telúrico, en el centro del coro, siempre ha sido el altar, reservado únicamente a los sacerdotes, a no ser que saltes la cuerda, y te cueles en el coro, y te centres unos minutos ahí, hasta que alguien de seguridad de la catedral te invita a salir y a dejar de realizar ritos paganos.  Creo que esos lugares de poder en los que se conecta con la energía de la Madre Tierra, deberían ser abierto para todos, no sólo para los sacerdotes e intermediarios. Así que siempre que pueda me seguiré colando para captar unos momentos de eternidad allí.

  Llegamos justo a las seis de la tarde y aunque ya habían puesto las sillas encima del laberinto pudimos permanecer en el centro unos minutos.  Admirando a la vez la geometría y las formas de uno de los edificios más perfectos y maravillosos de la Humanidad. El laberinto también está un cruce de líneas Ley, y es otro punto telúrico de los más potentes. Si te quitas de la mente formas, prejuicios e historias varias y simplemente sientes, entenderás la importancia de estos lugares y porque el ser humano a peregrinado a ellos durante miles de años. No pudimos llegar hasta el coro y su centro ya que estaban de reformas, así que este 2012, uno de los lugares más poderosos de la Tierra está cerrado a cal y canto.

 Un rato después continuamos el camino hasta Calais, otras cinco horas más conduciendo de noche. Dormimos en el coche en un área de descanso cerca de Calais, y a las 9 de la mañana cogimos el ferry a Dover. Unos delirios mirando al mar, bastante embravecido y con un viento frío tremendo, y vuelta a conducir seis horas más hasta nuestro destino final, en la costa suroeste de Inglaterra, en el pequeño pueblo llamado Millbrook, en Cornwall (Cornualles).

  Llegamos a Millbrook a las seis de la tarde, fuimos directamente a ver a nuestro amigo Mike, en cuya casa hemos dormido esta noche. Antes de caer en la cama durante doce horas, que las dormí,( siempre bromeo con el 2012, diciendo que es un año para ¨dormirdoce¨ horas.). Nos fuimos a ver el atardecer a la infinita playa de Whitesand con Dave, un viejo y gran amigo, y su hijo. Hacía una tarde con mucho viento y frío y el mar estaba bien revuelto, precioso. Siempre recarga y llena de fuerzas a uno el contacto con la Naturaleza, y si está embravecida más. La Naturaleza es el mayor templo con la más pura geometría sagrada y mejores materiales que podamos imaginar, y sin intermediarios.

 Así que aquí estamos, en una punta del sur de Inglaterra, a punto de comenzar otro viaje más por los lugares más míticos de Inglaterra, y esperando a que aparezcan mas cropcircles, y enredar un poco más en su indefinido misterio.